Salma Hayek ha hablado por primera vez de la batalla que ha librado en secreto contra el coronavirus. Pasado el susto, la actriz y productora mexicana por fin ha hablado sus días más difíciles en los que tuvo que precisar de oxígeno y permaneció aislada durante siete semanas sola en una habitación tras haber contraído el virus.
Esto ocurrió al principio de la pandemia cuando aún los datos eran confusos y los tratamientos contra el covid-19 eran todavía experimentales. La actriz, de 54 años, ha detallado su dura lucha en el último número de la revista Variety.
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"Mi médico me suplicó que fuera al hospital porque estaba muy mal", cuenta la actriz. "Pero yo le dije: 'No, prefiero morir en casa'".
Fueron días de verdadera angustia los que vivió el entorno de la intérprete. Hayek vive en Londres en una mansión con su esposo, François-Henri Pinault, director ejecutivo del conglomerado de firmas de lujo Kering, y su hija Valentina, de 13 años.
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Aunque los efectos más duros de la enfermedad ya han quedado atrás, confiesa que sigue arrastrando algunas secuelas como la fatiga, que no ha disminuido.
Debido a esa falta de energía, comentó que no pudo volver al trabajo hasta abril para rodar House of Gucci, la película protagonizada por Lady Gaga y Adam Driver en Roma. "Fue fácil. Fue el trabajo perfecto para volver. No duró mucho tiempo", dijo Hayek sobre el rodaje. "Había comenzado a hacer Zooms en un momento, pero solo podía hacer algunos porque me cansaba mucho", cuenta la gran amiga de Penélope Cruz, que da vida a Pina Auriemma, una clarividente y amiga de Patrizia Reggiani, exmujer de Maurizio Gucci, quien fue sentenciada a 25 años de cárcel.