Hace 72 años, Doroteo Guamuch Flores, también conocido como Mateo Flores, ganó la 56ª maratón anual de Boston.
Corrió el maratón con zapatos de vestir porque no tenía tenis para correr. Este atleta guatemalteco fue el primer latinoamericano en ganar el maratón. 156 corredores participaron en el maratón. El tiempo de Mateo Flores fue de dos horas 31 minutos y 53 segundos en la distancia de 42 kilómetros/26 millas.
Era el año 1952, un día que quedó grabado para siempre en la historia del atletismo.
"El que persevera alcanza", dijo Baltasar Gracián, y parece que Mateo escuchó esas palabras en su corazón. Doroteo Guamuch Flores, su verdadero nombre, fue el primer latinoamericano en ganar la Maratón de Boston, un evento que hasta ese entonces había sido dominado por atletas con recursos y entrenamientos que Mateo no conocía.
Cuentan las crónicas: "A 200 metros de la meta, el guatemalteco sentía que no podía más. Después de correr 42.1 kilómetros, sus piernas flaqueaban, su espíritu se apagaba. Estaba a punto de rendirse. Pero entonces, escuchó un grito: ‘¡Viva Guatemala!’. Esa voz, cargada de fervor y patria, lo levantó. Estudiantes de medicina, sus compatriotas, alzaban la voz por él, y en ese instante, Mateo encontró fuerzas donde no había."
Se dice que "cuando el ánimo se eleva, el cuerpo responde," y así fue. Doroteo, con los pies en sus viejos zapatos de vestir, comenzó a correr como si esos metros fueran los primeros, no los últimos. "Dios mío," se decía, "dame fuerzas, voy a ganar." Y lo hizo.
Con cada paso, no solo vencía a los corredores profesionales, también rompía barreras que parecían infranqueables. "Arriba chapín, arriba Guatemala," rugía el público, porque Mateo no solo corría, Mateo volaba.
El mundo miraba atónito. ¿Cómo podía ser? Un hombre que había pasado su vida trabajando en los campos y como ayudante de albañil, alimentado con arroz, frijoles y tortillas, estaba ganando la carrera más importante del planeta. Y lo hacía con zapatos de vestir, porque no tenía para comprarse unos tenis.
"Donde falta el oro, brilla el espíritu," diría Ralph Waldo Emerson. La historia de Mateo es prueba de ello. Mateo Flores, el héroe con zapatos de vestir.
Y ese fue su momento de gloria. Cuando cruzó la línea de meta, no solo ganó una carrera, ganó un lugar en el corazón de su país. A partir de ese día, Guatemala no volvería a ser la misma, y Doroteo, o Mateo, sería recordado por siempre.
Hoy, el estadio nacional de Guatemala lleva su nombre: Estadio Mateo Flores, en honor a aquel hombre humilde que superó lo imposible. Incluso una calzada y una escuela de primaria llevan su nombre, perpetuando el legado de quien demostró que no son los zapatos, sino el alma la que corre.
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