En cada partido comprobamos que a nuestro futbol le falta algo. Rotan los jugadores, los entrenadores y los sistemas, pero la sensación no cambia. ¿Y si lo que faltara no fuera algo, sino algunos? A esa necesidad se suman datos de la realidad. No llegan jóvenes figuras que llenen las expectativas y los jugadores se hicieron viejos. Y lo peor: estamos perdiendo posiciones donde siempre fuimos buenos.
Hace varios años, no muchos, a nadie se le ocurrió decir que no teníamos porteros de calidad. Y si alguien dijera esa herejía, lo tildaban de ignorante, como el mejor de los calificativos.
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Hoy puedo decir que no tenemos buenos porteros, salvo Keylor Navas que aun logra mantenerse entre los mejores. El resto ni siquiera se asoma a los estándares regulares que exige el futbol moderno.
Nuestros actuales porteros son de baja estatura, no saben salir del marco, tienen un futbol aéreo deficiente, una paupérrima técnica y mucho menos jugar con los pies.
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Algunos podrán decir que tenemos dos prospectos formándose en Europa: Patrick Sequeira que juega, a veces, en el equipo B del Celta de Vigo y Anthony Walker, en el Sporting B de Portugal, sin que haya tenido mayor incidencia. Sin embargo son jóvenes, tienen estatura y otras condiciones en desarrollo. Quizás ellos podrán ser el futuro.
Dejamos de producir defensas. ¿Quienes son los actuales defensores derechos? Si repasamos los que juegan por el centro, los equipos para llenar ese bache se nutren con extranjeros o viejillos que están a las puertas del retiro. No quiero siquiera referirme a los defensas izquierdos que desaparecieron casi por magia hace bastante tiempo.
Volantes, ¿quienes son los mejores? Es difícil rescatar prospectos con buena técnica, inteligentes, que jueguen para el equipo y no alimentando su ego. Tenemos eso sí muchos mete pata, correlones, pero que no logran entender lo que pasa en la cancha. Quizás hay dos o tres que se asoman.
Y si le echamos un vistazo a los delanteros, ¿quién o quienes son los goleadores? Jugadores extranjeros que vienen a llenar ese hueco.
Nos gusta hablar de inspiración del jugador para sobreponerse. Supongo que los inventores de ese comentario, están convencidos que el talento se impone a la formación. No es así. Primero hay que instruir al talento y luego esperar a que la inspiración llegue para dar una manita.
Siguiendo a Eduardo Galeano, nos hemos convertido en “mendigos de una jugadita excitante”. Así solo nos queda seguir pidiendo limosna, no resultados, para nuestro futbol.
** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.
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